¿Música en la Oficina?
Mucha gente se pregunta si trabajar con música en la oficina es algo positivo, negativo, recomendable, una extravagancia, etc. Son muchas las opiniones al respecto y se puede decir que cada maestrillo tiene su librillo sobre este asunto.
Está claro que en una oficina clásica, con un ambiente tradicional, trabajar con música no es algo que se estile demasiado. Algunas veces, cuando se tiene la oportunidad de visitar alguna de ellas, lo más que se oye allí son llamadas de teléfono, el ruido de las impresoras y faxes, los trabajadores tecleando y, en algunos rincones puntuales, conversaciones más o menos relacionadas con los asuntos de trabajo.
Pero, como hemos dicho, cada oficina es un mundo y, también, cada sector es diferente. La música en la oficina puede resultar adecuada en las empresas más vinculadas a la creatividad o a las artes, y lo contrario en otras más serias.
¿Cuáles son los beneficios de trabajar con música en la oficina?
Son muchos los estudios y análisis que se han realizado sobre los efectos positivos que puede proporcionar trabajar con música en la oficina.
En primer lugar, la música puede favorecer un buen ambiente, animando a los trabajadores e inyectándoles positivismo, así como a las visitas o clientes que se acerquen a la oficina, e invitándoles a olvidar cualquier pesimismo o clima apagado que, a la larga, se puede traducir en una pérdida de productividad.
En muchas ocasiones, la música también puede ayudar a concentrarse, como una especie de efecto hipnótico que, por el ritmo y la métrica, hacen que el cerebro se focalice hacia las tareas laborales en lugar de dispersarse.
¿Cuál es la música más adecuada para trabajar?
De nuevo, aquí no se puede establecer una única respuesta que sea válida para todos los escenarios. Tanto por el tipo de trabajo como por los trabajadores que haya en la oficina, la música adecuada para trabajar puede diferir de una situación a otra. Pero sí se pueden establecer unas pautas o consejos generales que delimiten un poco los filtros a la hora de elegir una música para la oficina.
En primer lugar, aunque resulte obvio, hay que descartar toda la música que implique o invite a la actividad física. Una música destinada a bailar o que despierte los ánimos de moverse no será la más recomendable en una oficina, ya que indudablemente ocasionará distracciones y confusiones que no se desean en ningún tipo de trabajo.
Aparte de la música bailable, que se dejará mejor para los ratos de ocio y salidas nocturnas, también hay que buscar música que no tenga letra, porque este tipo de canciones suele ser también perjudicial para la concentración en las tareas.
De este modo, si lo que se pretende es ambientar el lugar de trabajo con una música que favorezca la productividad y el buen clima laboral, lo mejor será decantarse por un tipo de música ambiental, con patrones repetitivos y a un volumen mesurado. Este tipo de música, sea de la época que sea, puede resultar perfecto para un hilo musical que esté presente en todas o la mayoría de estancias, salvo aquellas en las que se necesite y pretenda un clima de absoluta concentración.
No a la música en la oficina. Sí a la música para cada uno
Si se parte de que solo en algunas oficinas o centros de trabajo se va a considerar apropiado contar con una música ambiental, más difícil aún puede resultar la tarea de poner de acuerdo a todo el mundo y encontrar un tipo de música que agrade y favorezca la concentración de cada uno de los trabajadores. Los gustos musicales entre compañeros de oficina pueden diferir mucho y en oficinas grandes habrá preferencias de todos los tipos y colores, incluso los que quieren y necesitan completo silencio más allá del ruido ambiente.
Por ello, no es de extrañar que, en muchas oficinas, cada uno de los trabajadores tenga su propia música, que escuchan a través de auriculares conectados al ordenador, al teléfono o al reproductor mp3. El hándicap de esta situación puede ser la imagen informal que, en los casos en los que se está frente al público o a las visitas, se pueda proyectar. Pero, más allá de eso, y mientras no perjudique a la productividad y a la concentración, se puede considerar una opción más que adecuada. De esta manera,
cada uno podrá disfrutar de la música de su preferencia y conveniencia, siempre que considere que le ayuda a concentrarse, a mejorar la productividad, y a tener una actitud más positiva y menos oprimida en el espacio laboral. Aún así, y aunque pueda haber más libertad a la hora de elegir una playlist personal, tampoco está de más ceñirse a las recomendaciones generales y no poner la música demasiado alta ni con ritmos y estilos que inviten a evadirse de las tareas.
En conclusión, lo más recomendable siempre será buscar un equilibrio y un consenso entre los pobladores del espacio de trabajo. Buscar una opción adecuada según el tipo de empresa o de actividad que se realice siempre que sea posible puede ayudar a aumentar la productividad y el buen ambiente, pero el sentido común ha de primar y, por ello, la música en la oficina no ha de considerarse como algo imprescindible o vital.
photo credit: Day 12, Project 365 – 11.1.09 via photopin (license)